No volia passar l'ocasió, encara que tard, de recomanar-vos la nova pel·lícula del japonès Hirokazu Kore-eda, Still Walking, projectada al BAFF i estrenada recentment, perquè no recordo cap altra pel·lícula japonesa, tan fredes com acostumen a ser, que m'hagi colpit i emocionat tant com aquesta. Still Walking, o Aruitemo aruitemo en el títol original, és una petita joia en forma de retrat realista i costumista d'un retrobament familiar, en una família marcada per rivalitats, ferides i pèrdues, que té en Ozu una referència i un punt de partida per anar molt més enllà.
Em va agradar especialment un article d'Enrich Alberich al Culturas de La Vanguardia, us en deixo un fragment:
La película de Kore-eda opta abiertamente por la contención, por la placidez expositiva, por una sutileza que viaja acompañada por una casi total ausencia de subrayados. El relato bucea en la banalidad de lo cotidiano - las cuitas culinarias, los abundantes ágapes, el repaso a las viejas fotos familiares, el consabido anecdotario-,pero cada detalle, cada gesto, incluso cada omisión o cada frase sólo esbozada se advierte como algo significativo, que llena de sentido cada recodo de la narración. Sin superfluos aspavientos, Still Walking saca a colación asuntos tan fundamentales como el tránsito a la vejez y la conciencia de la propia senectud, la inevitable quiebra intergeneracional, los efectos del paso del tiempo, el cariz lamentable y devastador de las ocasiones perdidas, la rigidez mental y social que puede suscitar una sociedad tan ritualizada, lo ineludible del vínculo familiar y, por supuesto, el peso de la ausencia, muy evidente aquí gracias a la continua evocación de la muerte del hijo mayor, una tragedia imposible de cicatrizar y que sigue contaminando al presente.
Por debajo de su apariencia amable, el filme no escatima pasajes de reveladora dureza, mostrando cómo el dolor puede transformarse en un insaciable motor de venganzas, rencores y resquemores, imposibilitando la viabilidad de una auténtica armonía más allá de las fórmulas corteses y de las piadosas promesas que jamás se cumplirán.
Por su temática, su tono, su estética, su conocimiento de lo humano y su modo de observar el mundo Still Walking remite inexorablemente al universo de Yasujiro Ozu, irguiéndose en una suerte de modélico a la par que singular tributo a la obra del gran maestro.
1 comentari :
Cuán diferente fue la catártica Celebración de esta sutil y volátil (como una mariposa amarilla)Still Walking. Una película que si bien gira alrededor de una familia, de sus problemas no resueltos, de las ausencias, de sus silencios, que retumban más que los gritos, no deja de ser una película que nos habla del tiempo (inaprehensible) y de la soledad. Cuántos tiempos muertos en esta película de silencios y palabras contenidas. Cuanta fragilidad humana, y, al tiempo, cuanto odio acumulado (tremenda la escena de la madre cuando reconoce que invita año tras año al chico que salvo su Junpei para verlo incomodado por haber sido salvado por alguien mejor que él. Qué odio, tras aquella aparente bondad y fragilidad septuagenaria). Una película sencilla, que va destilando largas escenas con un ritmo pausado, lento, un tiempo casi inaprehensible, pero que va marcando a fuego lento el devenir, el porvenir y el futuro de esos personajes a un tiempo aparentemenete instalados en cierta inanición, pero marcadamente convulsionados por conflictos internos que no son capaces de resolver, porque no han encontrado la manera de comunicarse entre ellos. Tan juntos, pero tan distantes, tan tradicionales pero tan contemporáneos en su deshumanización.
En definitiva, una gran película, en la que parece que no pasa nada pero que contiene lo mejor y lo peor de una sociedad cada vez más desestructurada
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