dilluns, de febrer 27

El cinema sobre el cinema


S’ha parlat molt en relació als Oscars d’aquest any de la manera com Hollywood ha girat la mirada cap a sí mateix amb films que parlen del cinema dins el cinema: ‘The Artist’ i ‘La invención de Hugo’, empatades en nombre d’estatuetes, també coincideixen (amb més o menys encert) en la seva mirada nostàlgica del seu passat gloriós. Entre les candidates, també s’ha colat ‘Mi semana con Marilyn’, film que reconstrueix el turbulent rodatge de ‘El príncipe y la corista’, amb un joc divertit que contraposa el cine americà del mètode amb el cine britànic de la solvència teatral (i amb encara un altre joc, el del “nou” Lawrence Olivier, és a dir, Kenneth Brannagh, fent de Lawrence Olivier!). Es diu que en temps de crisi, potser Hollywood mira enrera per trobar el camí que l’ha de projectar cap al futur. El cas és que no sembla pas una coincidència gratuïta tan de meta-relat.

A continuació, us deixo uns fragments del llibre ‘La pantalla global’ de Gilles Lipovetzsky i Jean Serroy que parlen, precisament, de com el cine es mira al cine en aquesta era hipermoderna. Crec que poden ajudar a explicar una mica més el fenomen.


Ya no se trata tanto de citar para rendir homenaje como de introducir una reflexión sobre la propia película. No es ya un simple ejemplo, sino una “puesta en abismo”, de acuerdo con una red de significados que circulan entre la película y otras películas en el interior de la película. 
Esta distancia que se adopta con el acto mismo de hacer una película, aun constituyendo una reflexión sobre la esencia del cine y el fenómeno de su creación, se afirma en correspondencia con la hipermodernidad en cuanto metamodernidad i modernidad reflexiva y autocrítica. La modernización, la ciencia, las técnicas, los medios, el consumo, la religión, los papeles sexuales: toda nuestra sociedad se vuelve sobre sí misma, se pregunta por sus puntos de referencia y su funcionamiento con vistas a una autoconstrucción reflexiva, cada vez más generalizada. Lo mismo ocurre con el cine. No se trata ya de que haya búsquedas experimentales o rupturas ostensible que recuerden al Orson Welles de los años cuarenta o al Godard de los sesenta. El fenómeno se trivializa y se adueña de la creación. Los artesanos del séptimo arte se preguntan por la identidad de su arte, del mismo modo que la hipermodernindad novelesca o pictórica se expresa en la pregunta por la identidad de la literatura i la pintura.
Es engañarse radicalmente diagnosticar un cine que, indiferente a sí mismo, no tiene ya otra finalidad que parodiarse, “vengarse” en una época de “resentimiento hacia la propia cultura”. Lo contrario sí es verdad: la referencia es en cierto modo reverencia. Ningún desencanto, ningún “trabajo de duelo”, sino, en desbordante medida, inmersión alegre en el universo de los signos actuales, juego con el cine y los medios constituidos en referentes hegemónicos, en cultura que puebla lo imaginario de nuevos cineastas. Imponiéndose como referencia fundamental en una época ultraindividualista, la cultura mediàtica permite la complicidad del guiño, la sonrisa de la alusión, la familiaridad de las asimetrías, el espacio de la distancia irónica. Aunque es entretenimiento para el nuevo espectador que se divierte reconociendo los guiños, para los realizadores se trata de disfrutar cultivando las citas, las asociaciones humorísticas y asimétricas del segundo nivel. El cine hacia su cine, juega con el cine, por un segundo esplendor del cine.